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Veletanga, J.Comunicación para la salud, una necesidad insatisfecha en Ecuador. Práctica Familiar Rural. 2019 julio; 4(2).
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COMUNICACIONES BREVES
Comunicación para la salud, una necesidad insatisfecha en Ecuador
Jonathan Veletanga*
*Redacción Medica Ecuador
DOI: https://doi.org/10.23936/pfr.v4i1.46
La comunicación para la salud, el término más adecuado para referirse a este campo de estudio, nació a partir de los años 80s. A lo largo de este tiempo su concepto, al igual que el de las otras especialidades, ha sufrido grandes trasformaciones para adaptarse a las necesidades de la sociedad y de los canales de comunicación existentes, tanto en formatos tradicionales como digitales.
Hoy en día la comunicación para la salud es de gran demanda social y tiene un rol importantísimo para el desarrollo de una comunidad, sin embargo, aún es un campo ‘emergente’ e ‘incierto’ en el mundo, y en Ecuador no es la excepción.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el objetivo de este campo es “proporcionar información, recomendaciones y orientación a las instancias decisorias (destinatarios que toman decisiones en materia de salud a nivel individual o colectivo) para inducir la adopción de medidas que protejan la salud de las personas, las familias, las comunidades y los países”. Por ello, basa sus mensajes en 6 principios fundamentales: accesible, factible, creíble y fiable, pertinente, a tiempo y fácil de entender.
Varios autores coinciden con este concepto, por lo que, es preciso reflexionar si en Ecuador estamos abordando los temas de salud pública con este enfoque. En este artículo analizaré dos aristas que considero importantes para darle un giro a la comunicación para la salud en el país.
En Ecuador existen poquísimos medios de comunicación especializados en información sanitaria y comunicación para la salud. Esto se debe a que los temas de salud pública todavía no son de mucho interés para los medios, un ejemplo de ello, es que solo acaparan las grandes portadas cuando sale a la luz alguna ‘bomba’ o un ‘escándalo’. Y lamentablemente, el enfoque que le damos no siempre es el adecuado, pues en vez de promover medidas que protejan a las personas, muchas veces alertamos sin pensar en el desconcierto que podamos ocasionar.
Es verdad que eso ‘vende’, pero ¿es realmente lo que necesita nuestra sociedad?
Este problema no se genera solamente por el desconocimiento del comunicador, sino más bien por todo el sistema que existe a su alrededor. Por ejemplo, desde las facultades de Periodismo no se impulsa cátedras de formación específicas en salud. Tampoco se realizan curso de capacitación para periodistas que cubren estos temas. Las iniciativas existentes vienen de a fuera (Fundación Gabo de Periodismo, Vital Strategies, etc.) y lamentablemente no todos las conocemos.
Así como otras disciplinas, la comunicación para la salud también requiere de una especialización, pues es una de las maneras para entender cómo funciona todo el contexto sanitario, que constituye una de las áreas de interés más importantes de la sociedad.
Otra necesidad insatisfecha en el país es que los comunicadores no nos hemos acercado lo suficiente a las comunidades científicas y médicas, que son las que mejor manejan los temas de salud. En otros países los medios de comunicación, a través de alianzas estratégicas o de contrataciones directas, se apoyan en estos profesionales para generar grandes contenidos que generen un impacto directo en el bienestar de la sociedad.
Incluso, me atrevo a decir, que los propios comunicadores de las instituciones del sector sanitario (hospitales, ministerios, laboratorios, etc.), en la mayoría de los casos, no se relacionan adecuadamente con los profesionales de salud, por ende, desconocen los temas a los que hacen referencia en sus notas de prensa o en sus campañas de educomunicación, lo que conlleva a que no tenga el impacto esperado.
Según Hernán Alfredo Díaz, director de Comunicación y RSC Fundación de Educación para la Salud (FUNDADEPS), en la actualidad la comunicación “no es una tarea exclusiva de los comunicadores sociales, sino que compete a todos los agentes implicados en un proceso de cambio social”, ya que, si bien promueve conductas saludables para prevenir enfermedades o mejorar la calidad de vida de las personas, no puede garantizar que esas sean sostenibles en el tiempo.
Además, para Díaz, existen dos perspectivas de abordaje de la comunicación para la salud: el modelo informacional, que es ya caduco y fracasado, pero que todavía está operativo en la práctica de muchas organizaciones y profesionales, según el cual se puede cambiar la realidad con tan solo poner en circulación una serie de mensajes a través de distintos soportes como prensa, radio, televisión e Internet; y el modelo relacional, que logra que la comunicación genere cambios más profundos, al poner en primer plano a los destinatarios e incorporar elementos relativos a las mediaciones sociales y a la cultura como marco de interpretación de la realidad.
Solo ante estos panoramas, no queda ninguna duda que en Ecuador tenemos mucho camino por recorrer, y para lograr un cambio al respecto los gremios profesionales y los propios comunicadores tenemos mucha responsabilidad. Si queremos que la comunicación para la salud sea más efectiva es el momento de darle un nuevo enfoque a los diferentes temas que manejamos.
La salud pública es muy compleja por ello es necesario apoyarnos en las nuevas tendencias y en quienes conocen como se mueve esta realidad.