EDITORIAL
Los médicos y el racismo
Diego Herrera[1]
1. Saludesa, Santo Domingo de los Tsáchilas – Ecuador
Doi: https://doi.org/10.23936/pfr.v7i2.240
PRÁCTICA FAMILIAR RURAL│Vol.7│No.2│Julio 2022│Recibido: 22/07/2022│Aprobado: 24/07/2022
Cómo citar este artículoHerrera D. (2022) Los médicos y el racismo. Práctica Familiar Rural [Internet]. 7(2). Disponible en: https://practicafamiliarrural.org/index.php/pfr/article/view/240 |
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Resumen
Presentamos una reflexión crítica sobre como los grupos de poder manipulan el discurso social, con fines perversos y como los intentos de opinar distinto al pensamiento del régimen, son enmarcados con los más detestables adjetivos.
Palabras clave: salud pública, nuevos determinantes sociales, grupos de poder, racismo, personas de bien
The doctors and the racism
Abstract
We present a critical reflection on how power groups manipulate social discourse, with perverse ends and how the attempts to give a different opinion on the thought of the régimen, are framed with the most detestable adjectives.
Keywords: public health, new social determinants, power groups, racism, personas de bien
Los medios de comunicación y algunos “influencers”, nos han hecho creer que están del lado de la libertad, el progreso y la justicia, ellos son propietarios de lo que denominan, “sentido común”: bajo estas frases hechas, deciden lo que es normal y lo que es anormal. Las personas que no entran en su juego son tildadas de, opositores al desarrollo o terroristas. Para ellos, un buen ciudadano, un buen médico, no deben participar en política.
Los trabajadores de la salud, podemos conversar solo de medicina y de evidencias científicas más no de política, porque eso es ingresar en un terreno de discordias y bajas pasiones, lugares oscuros, donde la habitan esos demonios denominados políticos. Se dice, por ejemplo, “no politices la educación, ni la atención de salud”. Cómo si la educación y la salud no debieran estar al servicio de los intereses comunes públicos que es lo que significa la política: praxis humana por excelencia porque contiene lo más humano que hay en la persona.
Lo que esta actitud está aplaudiendo, es el conformismo, que es otra forma de idiotismo, encubierto por un halo de tranquilidad democrática para los gobernantes y de seguridad ciudadana para los gobernados. Una droga que como cualquier narcótico paraliza y mantiene en estado de somnolencia, inconciencia y adicción.
El discurso de las elites, nos dice que no hay pobres, sino, perdedores. Es decir, que la gente es pobre porque quiere, porque no trabaja o no trabaja lo suficiente. Y que, por ello, la solución a la pobreza, al hambre, al analfabetismo es un asunto individual y no colectivo. Por tanto, en vez de organizarse políticamente, la gente debe adiestrarse en cómo ser emprendedores, ganar dinero, seguir una maestría en marketing y mirar y leer contenidos de autoayuda de autores como Miguel Ángel Cornejo, Cuauhtémoc Sánchez y otros somníferos que el mercado ofrece con mucha diligencia.
El modelo conservador no ve a la desigualdad ni el racismo como un problema, es algo natural ha estado presente desde que empezamos como colonia, cuando nació Eugenio Espejo el medico más famoso del Ecuador fue inscrito en el “libro de blancos” donde se registraban a los criollos, españoles nacidos en América, luego de ser condenado por traición a la colonia española, se le tildó de indio y al morir se le inscribió en el ”libro de indios” (1). Igual sucedería con Eloy Alfaro cuando las elites de la época le dieron el mote más ofensivo posible, el de “indio Alfaro”, antes de asesinarlo en la hoguera bárbara (2).
La mayoría de médicos se creen neutrales y alejados de los prejuicios políticos, cosa refutable con evidencia. La ideología del médico es importante e influye en su práctica, en los Estados Unidos, se ha demostrado que las creencias políticas se extienden a dominios no políticos, como el gasto de los consumidores, la elección de pareja romántica y la contratación laboral, y también a la atención médica, médicos demócratas y republicanos brindan atención diferente en temas de salud politizados (3).
El racismo en las prácticas médicas afecta la calidad de la atención médica, desde el incremento en el tiempo de espera mujeres indígenas quienes esperan más por una consulta que un hombre “blanco”, pasando por la oportunidad en la realización de procedimientos, hasta llegar a la negligencia médicab (4), (5).
El médico racista, se siente esencialmente superior al otro y con derecho de juzgarlo, desconoce y no le interesan las desigualdades históricas y estructurales que afectan de manera particular a algunos segmentos de la población, juzga y critica, las prioridades de la población indígena preocupados de las cosas materiales, más no la salud de sus familias. Hay expresiones que refrendan esta idea: “cuando se enferma un niño no buscan atención médica, pero cuando se enferma “una vaquita”, sí porque es productiva”. A esta visión del indígena como un ser materialista se le contrapone la percepción altamente valorada del indígena como yachak y sanador espiritual. La primera visión romantiza y esencializa al indígena, mientras la segunda juzga duramente sus aspiraciones materiales. Actualmente esto se puede ver en las redes sociales cuando se critica a cualquier indígena que maneje un auto de alta gama u opina de asuntos económicos.
Existen formas, contradictorias para describir los indígenas, por un lado la visión romántica o del llamado “racismo blando” para quienes el indígena, es un ser no humano, sin contradicciones, puro; por otro lado, el “racismo duro” donde el indio es vago, sucio, calculador, corrupto, materialista y aprovechador, en resumen un lastre para el desarrollo del país.
Entonces los médicos tienen una tarea social frente a estas poblaciones lastre, una tarea moral, educar, cambiar, blanquearlos, llevar a estas poblaciones al “camino del desarrollo”, para ilustrar este punto, el problema de la salud oral en la población indígena de Guamote provincia de Chimborazo, desde la visión de los profesionales, es la falta de educación, “ellos no tienen la cultura de hacerse la limpieza tres veces al año. Si no hay dolor no vienen al médico. Esa parte es molestosa porque uno educa, pero todavía la gente no entiende que se debe prevenir”. Sin embargo, investigaciones realizadas en el cantón concluyeron que la causa de estos problemas dentales es la alta concentración de flúor en el agua, un ejemplo de cómo un asunto material es mal leído desde una óptica colonial como un tema moral (6).
¿Podemos los médicos superar estas prácticas consideradas normales? El ejemplo lo dan, los movimientos feministas, para ellas, “lo personal es político”. Para ellas la representación de lo político tiene que ver con inmiscuirse en aspectos cotidianos donde se juegan las relaciones del poder de un modo frontal. En los hogares, en las escuelas, en la calle, en el consultorio, en el distrito, el hospital.
La tarea es exponer cómo se imponen ciertas categorías como si fuesen algo natural. Por ejemplo, ese utilitarismo del pensamiento medico, el cual determina, cada una de nuestras acciones. Esta no es mi área de trabajo, que tengo que ver con los indígenas o las feministas, lo que tengo es gracias a mi esfuerzo y mi inteligencia. El gran problema es que en la medicina como práctica “lo útil” se ha vuelto un valor hegemónico (7).
Los ciudadanos en general y particularmente los profesionales de la clase media, se encuentran encerrados cada uno en su propia individualidad. Postulando al otro como un enemigo permanente.
La individualidad como singularidad, es lo más valioso del ser humano. Eso nos hace únicos. Siempre en el marco de relaciones sociales, por eso es que la pretensión de que todos somos iguales es una entelequia. El individualismo es creer que esa individualidad es amo y señor de todas las cosas. Es creer que las personas, los fenómenos de la naturaleza y los objetos están a nuestro servicio. Es necesario reconstruir esa idea de endiosamiento del individuo. Cuestionar el individualismo no es anular la individualidad. Al contrario, es emanciparla. Es darle el lugar que se merece. Entender los derechos que tenemos en tanto singularidades. La categoría contemporánea que sirve para entender la política contemporánea es la de “otredad”. Es la que mejor podemos utilizar para entender esta dialéctica entre el individuo y el otro (7).
Los nuevos actores políticos el indigenismo, el feminismo en el Ecuador representan la oportunidad de darle un lugar a ese “Otro” como sujeto de la política. Ese otro tiene que ver con la hibridación, con la mixtura, carente de poder. Es ese sujeto invisibilizado y ninguneado históricamente, ese al que las elites conservadoras, autodenominadas “personas de bien”, le niegan hasta un espacio en el mundo urbano, espacio hacia el que han migrado desde hace dos siglos, determinar que su espacio natural es el páramo, es otra manera de sentenciarlos a la miseria.
Referencias
1. Freile Granizo C. Eugenio Espejo y su tiempo. 1st ed. Quito: Ediciones ABYA-YALA; 2001.
2. Pareja Diezcanseco A. Hoguera Bárbara: Media Luna; 1944.
3. Hersh E, Goldenberg M. Los médicos demócratas y republicanos brindan atención diferente en temas de salud. PANAS. 2016 octubre; 113(42).
4. Herrera Ramirez D. Practica de la salud en mundo rural. Practica Familiar Rural. 2016 marzo; 1(1).
5. Herrera D,GM,AE,EC. Relacion medico paciente, implicaciones ideológicas y de Poder Quito: PUCE; 1998.
6. Veintimilla A. Plan V. [Online].; 2021 [cited 2022 julio 18. Available from: https://www.planv.com.ec/historias/sociedad/el-racismo-una-realidad-el-sistema-salud-publica-el-caso-chimborazo.
7. Sztajnszrajber D. Ecuador Today. [Online].; 2021 [cited 2022 julio 18. Available from: https://ecuadortoday.media/2021/08/23/dario-sztajnszrajber-la-patria-es-el-otro/.