CARTA AL EDITOR

Reflexiones sobre La investigación y el efecto Mateo

Carlos Troya Altamirano[1]

1. Hospital Hesburgh, Ecuador.

Doi: https://doi.org/10.16921/pfr.v8i3.289

PRÁCTICA FAMILIAR RURAL│Vol.8│No.3│Noviembre 2023│Recibido: 11/10/2023│Aprobado: 21/11/2023

Cómo citar este artículo
Troya Altamirano C. Reflexiones sobre La investigación y el efecto Mateo. PFR [Internet]. 3 de diciembre de 2023, 8(3). Disponible en: https://practicafamiliarrural.org/index.php/pfr/article/view/289

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Resumen

Carta al editor en referencia al editorial La investigación y el efecto Mateo

Palabras clave: reflexiones, carta al editor, docencia, investigación

Reflections on Research and the Matthew Effect

Abstract

Letter to the editor in reference to the editorial The investigation and the Matthew effect

Keywords: reflections, letter to the editor, teaching, research

 

Estimado editor de la revista Práctica Familiar Rural, dedico algunas líneas sobre lo planteado en el editorial titulado La investigación y el “Efecto Mateo”, publicado en el Vol. 8, N° 1 Julio 2023. Luego de leer vuestro artículo me han surgido algunas reflexiones que quisiera compartir a propósito de lo escrito a partir del cuarto párrafo del editorial.

El editorial en mención, alude a las nuevas condiciones de las universidades de nuestro país, de la región, quizá del mundo, que se ven sometidas a una incesante presión sobre la necesidad de investigar y reproducir los materiales producto de estas investigaciones.  Si bien es cierto, la producción de artículos científicos no equivale necesariamente a la producción de ciencia. Ya que muchos de ellos pueden ser de divulgación, o incluso, simplemente de carecer de rigor metodológico.

En un escenario de esta naturaleza, las cuestiones ineludibles serían: 1) ¿quién define lo que se investiga?; 2) ¿cómo se constituyen los estímulos?; 3) ¿los trabajos en mención, forman parte del algún programa de investigación o solo pertenecen a las líneas sueltas de los proyectos educativos aprobados por las instituciones gubernamentales?; 4) ¿quién forma a los investigadores? Es casi obvio, que la respuesta a todas estas preguntas podría ser la misma, es decir, la universidad.

Dicho esto, creo que el problema que usted señala es signo del nuevo rol que se le pretende imputar a la universidad. Generalmente la investigación se realiza en Institutos de investigación, públicos o privados, y no es ajeno que muchas veces los financiamientos de estos trabajos sean desde la industria, es decir el mercado. Esta relación no es casual.

Quisiera situar que durante la década de los 90s las políticas públicas empujaron a la Universidad ecuatoriana, casi de una manera forzada, a la formación de la nueva mano de obra calificada para llenar las filas del ejército de reserva que se ofrecía con la entrada del país en la división mundial del trabajo, es decir que la economía fue motor y destino. Con las últimas reformas de la Educación Superior, que empujan la producción científica en tándem, parecería que la universidad entró en un nuevo mercado, el de la producción científica. Parecería que no se trata de ocupar los mejores asientos, sino de evitar perder el tren.

Sin querer alimentar la vieja fricción entre la modernidad y la postmodernidad, cuyo resultado salta a la vista, propongo que regresemos la atención a los sujetos involucrados. Y cuando me refiero a esto, hablo de los estudiantes, los investigadores, los grupos de trabajos o los equipos de investigación. Es decir, los pocos elementos subjetivos en este dispositivo de producción académica. Esta atención, bajo ningún criterio es una solicitud de benevolencia, sino más bien, se trata de no perder de vista la creación o confluencia de los denominados grupos de trabajo, que tanta falta hacen para dar una pincelada distinguible en este cuadro abstracto.

Es indiscutible que los fondos para realizar investigación no están disponibles en cualquier rincón, sino todo lo contrario, son fondos de tipo “blando”, erráticos, que requieren mucha gestión y cuya disposición resulta de la voluntad de los actores. Eso deja a la industria como el mejor “promotor de la investigación”, y me refiero a la industria farmacéutica que nuevamente surge en el mercado como actor, pero también el Estado. Dicho esto, si el mercado condiciona resultados de las investigaciones (como se ha visto en la pandemia) y el Estado propine exigencias que empujan contra la pared a la universidad. Parecería que la ciencia solo tendrá espacio al margen de este terreno tan estrecho.

Hago este pedido de dirigir la mirada hacia el sujeto, porque una línea de investigación pertinente o no, relevante o no, es sostenida por este elemento subjetivo, y lo mismo sucede con los programas de investigación. Y es indiscutible que el escenario en cuestión no es “puro” sino que esta atravesado por las relaciones políticas, sociales, culturales y obviamente económicas. Pero la investigación no ha dejado de ser una actividad humana, y a pesar de la presencia de la Inteligencia Artificial y el chat-GPT, el primer eslabón en la cadena de la búsqueda o gestión de un conocimiento científico, en todas las disciplinas del saber, sigue siendo el casi obsoleto ser humano.

 

Estimado lector

De antemano nos complace saber que nuestra publicación tiene impacto y retroalimentación de la comunidad académica y a la vez agradecemos el tiempo empleado en el análisis de la información. Para el grupo editorial de PFR es un gusto recibir contribuciones que impulsen al pensamiento crítico y al debate de los temas relacionados al sector salud.

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