EDITORIAL
La medicina no piensa
David Gaus[1], Diego Herrera[2]
1. Andean Health and Development, Estados Unidos
2. Saludesa Ecuador, Ecuador.
https://doi.org/10.16921/pfr.v10i1.341
PRÁCTICA FAMILIAR RURAL│Vol.10│No.1│Marzo 2025│Recibido: 22/02/2025│Aprobado: 25/02/2025
Cómo citar este artículoHerrera D, Gaus D. La medicina no piensa. PFR [Internet]. 10(1). Disponible en: https://practicafamiliarrural.org/index.php/pfr/article/view/341 |
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Resumen
Este artículo explora la tensión entre el pensamiento técnico-científico y el reflexivo en medicina, analizando cómo el escepticismo hacia la evidencia científica, especialmente en vacunas, refleja una crisis más profunda en la relación entre medicina, política y sociedad digital.
Palabras clave: medicina basada en evidencia, escepticismo científico, vacunas, filosofía médica
Medical fetishes
Abstract
This article explores the tension between technical-scientific and reflective thinking in medicine, analyzing how skepticism towards scientific evidence, especially regarding vaccines, reflects a deeper crisis in the relationship between medicine, politics and digital society.
Keywords: evidence-based medicine, scientific skepticism, vaccines, philosophy of medicine
Cuando uno de los filósofos más destacados de la historia decía "la ciencia no piensa", a partir de la pregunta ¿Qué significa pensar?, postulaba que se necesita una amplia mirada que rompa la unidireccionalidad de la técnica para poder "pensar". Esta observación implica introducir la diferencia entre el pensar calculador (matemático, verificable) y el pensar reflexivo, rescatando la esencia de la técnica médica, sus actores y consumidores [1].
Para ejemplificar lo que Heidegger escribió, en EE. UU. y otros países occidentales resurgen dudas sobre la ciencia, específicamente la medicina basada en evidencia, las vacunas y las políticas de salud pública [2]. En la última década del siglo XX, estudios descartaron una asociación entre vacunas como la triple viral (sarampión, paperas, rubeola, MMR) y el autismo. Sin embargo, esta creencia persistió y se intensificó durante el desarrollo acelerado (Proyecto Warp Speed) de las vacunas contra COVID-19 en 2020 [2].
Las dudas sobre la seguridad de vacunas preventivas —avaladas por décadas por los Centers for Disease Control (CDC) y los National Institutes of Health (NIH)— han crecido. Un reporte del PEW Research Center mostró que, entre 2019 y 2023, el porcentaje de estadounidenses que desconfían de los científicos aumentó del 13% al 27%, concentrándose en el partido republicano [3].
Robert F. Kennedy Jr., nombrado Secretario de Salud (HHS), es una figura clave en este movimiento. Organismos pro-vacunas atribuyen a sus campañas anti-vacunas 2,000 hospitalizaciones y 83 muertes por sarampión en Samoa (2019) [4]. Kennedy afirma que "no hay vacuna segura y eficaz", y promueve políticas que podrían impactar la prevención de enfermedades en EE. UU. [4,5].
En paralelo, brotes de enfermedades prevenibles —como sarampión en Texas (58 casos, solo 4 vacunados)— reflejan esta crisis. Kennedy también cuestiona investigaciones del NIH sobre VIH/SIDA, alegando en su libro "The Real Anthony Fauci" que los fármacos antirretrovirales causaron un "homicidio masivo", teorías sin base científica [5].
La medicina y la salud pública, atrapadas en el mercado y el mundo digital, pierden terreno ante la pseudociencia. Byung-Chul Han argumenta que lo digital elimina la "negatividad" (límites, resistencia), convirtiendo la realidad en datos "transparentes e insignificantes" [6]. Esta dinámica afecta incluso la percepción de la técnica médica.
El libertarismo y el autoritarismo, según Erich Fromm, comparten raíces psicológicas: la vulnerabilidad del yo moderno frente a un mundo incierto [7]. Mientras el autoritarismo promete seguridad colectiva, el libertarismo proclama autosuficiencia individual, pero ambos niegan la interdependencia social [7].
La medicina, incapaz de pensar "fuera de la técnica", insiste en argumentos estadísticos, ignorando que el problema es político.
Referencias