ARTÍCULOS DE REVISIÓN

Omega 3 y plasticidad neuronal

Nicole Damaris Silva Quinaluisa[1] Andrea Alexandra Tufiño Aguilar[1]

1. Universidad Técnica de Ambato, Ecuador

Doi: https://doi.org/10.16921/pfr.v9i3.315

PRÁCTICA FAMILIAR RURAL│Vol.10│No.1│Marzo 2025│Recibido: 6/02/2025│Aprobado: 18/03/2025

Cómo citar este artículo
Morales Lozada GP, Ibáñez Herrera JM. Estrategia comunitaria para la depresión resistente al tratamiento Farmacológico: Revisión Bibliográfica. PFR [Internet]. (2024) 9(3). Disponible en: https://practicafamiliarrural.org/index.php/pfr/article/view/333

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Resumen

El omega-3, especialmente los ácidos grasos docosahexaenoico (DHA) y eicosapentaenoico (EPA), desempeña un papel crucial en la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales en respuesta a experiencias y estímulos. El DHA es un componente estructural clave de las membranas neuronales, mejorando la fluidez y facilitando la transmisión sináptica, lo que optimiza procesos como el aprendizaje y la memoria. El EPA, por su parte, contribuye a reducir la inflamación cerebral, creando un entorno propicio para la regeneración neuronal y la adaptación del sistema nervioso. El objetivo de esta investigación es conocer los beneficios terapéuticos del omega 3 sobre la neuroplasticidad con la finalidad de emitir recomendaciones sobre su ingesta. Se llevó a cabo una búsqueda electrónica de artículos científicos publicados desde enero 2018 hasta 2024 en las bases de datos PubMed, Scopus, Web of Science y ScieLO. La evidencia científica sugiere que una dieta rica en omega-3 está asociada con mejoras en la función cognitiva, tanto en el desarrollo cerebral temprano como en la prevención del deterioro cognitivo en la vejez, el DHA y EPA pueden aumentar la densidad de espinas dendríticas y potenciar la neurogénesis sugiriendo un impacto positivo en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer ya que puede contrarrestar los efectos negativos de los ácidos grasos omega-6, que están relacionados con procesos inflamatorios y mayor riesgo de deterioro cognitivo. En conclusión, el omega-3 es un nutriente esencial para la salud cerebral, con un papel significativo en la promoción de la neuroplasticidad. Su inclusión en la dieta, tanto en niños como en adultos mayores, podría ser una estrategia preventiva efectiva contra el deterioro neuronal, subrayando la necesidad de más investigaciones para definir dosis óptimas y fuentes de consumo para maximizar sus beneficios.

Palabras clave: omega 3, ácidos grasos, neuroplasticidad, docosahexaenoico, eicosapentaenoico

Omega 3 and neuronal plasticity

Abstract

Omega-3, especially the fatty acids docosahexaenoic (DHA) and eicosapentaenoic (EPA), play a crucial role in neuroplasticity, the brain's ability to reorganize and form new neural connections in response to experiences and stimuli. DHA is a key structural component of neuronal membranes, improving fluidity and facilitating synaptic transmission, which optimizes processes such as learning and memory. EPA, for its part, contributes to reducing brain inflammation, creating an environment conducive to neuronal regeneration and nervous system adaptation. The objective of this research is to understand the therapeutic benefits of omega-3 on neuroplasticity in order to issue recommendations on its intake. An electronic search of scientific articles published from January 2018 to 2024 was carried out in the PubMed, Scopus, Web of Science and ScieLO databases. Scientific evidence suggests that a diet rich in omega-3 is associated with improvements in cognitive function, both in early brain development and in the prevention of cognitive decline in old age. DHA and EPA can increase the density of dendritic spines and enhance neurogenesis, suggesting a positive impact on neurodegenerative diseases such as Alzheimer's as it can counteract the negative effects of omega-6 fatty acids, which are related to inflammatory processes and increased risk of cognitive decline. In conclusion, omega-3 is an essential nutrient for brain health, with a significant role in promoting neuroplasticity. Its inclusion in the diet, both in children and older adults, could be an effective preventive strategy against neuronal deterioration, underlining the need for further research to define optimal doses and sources of consumption to maximize its benefits.

Keywords: omega 3, fatty acids, neuroplasticity, docosahexaenoic, eicosapentaenoic

Introducción

La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse, forma nuevas conexiones neuronales en respuesta a diversos estímulos externos como nuevas experiencias, aprendizajes e incluso lesiones; este fenómeno permite que el sistema nervioso se ajuste a cambios internos y externos, facilitando la recuperación funcional tras daños cerebrales pero también, el aprendizaje de nuevas habilidades. La neuroplasticidad es un pilar fundamental en procesos de rehabilitación, así como en la consolidación de la memoria (1).

El omega-3, especialmente los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), juega un papel esencial en el mantenimiento y desarrollo del sistema nervioso central. La neuroplasticidad, se define como la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales en respuesta a estímulos internos y externos, es fundamental para funciones cognitivas como la memoria, el aprendizaje y la adaptación a lesiones. (2)

Los ácidos grasos omega-3, debido a su estructura poliinsaturada, son componentes clave de las membranas celulares, especialmente en el cerebro, donde se encuentran en concentraciones elevadas. El DHA, uno de los principales ácidos grasos presentes en el cerebro y contribuye a la fluidez de las membranas neuronales, facilitando la señalización sináptica y la comunicación entre neuronas. Estudios recientes han demostrado que una dieta rica en DHA está asociada con una mayor capacidad de neurogénesis y plasticidad sináptica, promoviendo la formación de nuevas conexiones neuronales, lo cual es esencial para procesos de aprendizaje y memoria a lo largo de la vida. Por otro lado, el EPA, aunque se encuentra en menor cantidad en el cerebro, desempeña un papel crucial en la modulación de procesos inflamatorios y en la regulación de los estados de ánimo, lo que puede tener implicaciones significativas para la salud mental y la prevención de enfermedades neurodegenerativas.

La deficiencia de omega-3 se ha vinculado con alteraciones en la plasticidad neuronal y una disminución en la capacidad cognitiva. Estas afectaciones se manifiestan de manera diferente en niños y adultos, siendo especialmente preocupante en la infancia, ya que los niños se encuentran en una etapa crítica de desarrollo. Esto resalta la importancia de estos ácidos grasos no solo en el desarrollo cerebral temprano, sino también en el mantenimiento de la salud neurológica a lo largo del envejecimiento.En estudios experimentales, se ha observado que los animales privados de DHA muestran una reducción en la densidad de espinas dendríticas y en la capacidad de respuesta sináptica, lo que sugiere un impacto directo sobre la estructura y función cerebral. Además, el consumo de suplementos de omega-3 en humanos ha mostrado mejoras en la memoria y en la capacidad de aprendizaje, especialmente en poblaciones de riesgo, como personas mayores o aquellas con desórdenes cognitivos leves como afectación de la memoria, del razonamiento o de la atención.(3)

La presente investigación tiene como objetivo describir los principales avances en el omega 3 y su papel en la plasticidad neuronal, caracterizando los beneficios de su ingesta en relación al consumo de otros ácidos grasos esenciales para determinar la importancia del cambio de la dieta de niños y adultos y proponer recomendaciones basadas en evidencia científica sobre una dieta efectiva como método de prevención de deterioro neuronal.

Materiales y métodos

Se trata de una revisión sistemática de carácter cualitativa. Para la recolección de información se utilizó una técnica documental mediante una revisión bibliográfica de artículos y publicaciones de carácter científico, sobre el omega 3 y la plasticidad neuronal. Se empleó una metodología detallada que garantiza la exhaustividad y la relevancia de la investigación.

Criterios de elegibilidad

Se incluyeron artículos científicos que brindaron resultados respecto a la terapéutica actual para la neuroplasticidad y el omega 3. Se consideraron estudios en inglés y español de los últimos 5 años. Se excluyeron los estudios que no brindaron resultados con el suficiente soporte científico o que no fueron concluyentes, al igual que comentarios científicos, cartas al editor o cartas de opinión científica.

Estrategias de búsqueda

Se llevó a cabo una búsqueda electrónica sistemática de artículos publicados desde el 2018 hasta el 2024 en las bases de datos PubMed, Scopus, Web of Science y ScieLO. Se utilizaron términos MeSH en inglés y español: Omega 3, neuronal plasticity, DHA, EPA, neuroplasticity. Se eligieron artículos científicos como revisiones bibliográficas y artículos originales, los cuales proporcionan el cociente de riesgo instantáneo (HR), intervalo de confianza (IC) y nivel de significancia (p) sobre el omega 3, neuroplasticidad, DHA, lesiones neuronales. Finalmente la extracción y síntesis de resultados se realizó mediante el uso de un formulario que incluye: autores, año de publicación, diseño del estudio tanto para el estudio del omega 3 como de la neuroplasticidad.

Figura 1. Diagrama de flujo de selección de los estudios PRISMA

Fuente: Elaboración propia

Desarrollo

Neuroplasticidad

La neuroplasticidad, conocida también como plasticidad cerebral o plasticidad neuronal se refiere a la capacidad del cerebro y sus redes neuronales para reorganizarse, crear nuevas conexiones neuronales y adaptarse a posibles daños o lesiones cerebrales a través del desarrollo del humano. (4) Se trata además, de una actividad propia de las neuronas ya que tienen la capacidad para cambiar la intensidad y eficacia de la transmisión sináptica a través de una variedad de mecanismos dependientes de la multiplicación. (5)

El concepto de neuroplasticidad ha evolucionado con el tiempo: Fue a inicios del siglo XIX cuando Santiago Ramón y Cajal estudiaron a las neuronas y la describieron por primera vez como la unidad funcional del sistema nervioso, al mismo tiempo que enunciaron que el cerebro era estático y rígidamente estructurado ya que no creyeron que las conexiones neuronales pudieran cambiar despues del nacimiento, este pensamiento predominó durante mucho tiempo; Entre 1960-1970 los científicos comenzaron a cuestionar la rigidez cerebral por lo que realizar estudios en animales, lo que mostró que las experiencias sensoriales y el aprendizaje alteraban el número de sinapsis en regiones específicas del cerebro.; Durante la década de 1990 se consolida a la neuroplasticidad como un principio fundamental en la neurociencia. Se realizan estudios que demuestran que, incluso en adultos, el cerebro es capaz de reorganizarse lo que fue supremamente revolucionario en el campo de la rehabilitación tras lesiones cerebrales (6).

Actualmente, la neuroplasticidad acuña diversas áreas incluyendo la neurogénesis en el hipocampo y cómo ciertas intervenciones pueden mejorar o potenciar este proceso, especialmente en enfermedades neurodegenerativas o lesiones cerebrales. El consumo en la dieta ha permitido determinar su importancia en la conformación de funciones cognitivas superiores, además de participar en funciones en el metabolismo neuronal, en la actividad enzimática y en la neurogénesis. (7).

Ácidos Grasos Omega-3

Los ácidos grasos omega-3 son ácidos grasos poliinsaturados esenciales. Químicamente se caracterizan por la presencia de un doble enlace que está a tres átomos de distancia del grupo metilo terminal en su estructura. En la década de 1920 los científicos George y Mildred Burr quienes acuñaron el término “ácidos grasos esenciales” ya que no son producidos por el organismo por lo que se requiere su ingesta externa, provienen de fuentes no vegetales y poseen cadenas más largas que ofrecen mayor biodisponibilidad; en la década de los 70 científicos daneses estudiaron la dieta inuit en Groenlandia y descubrieron varios beneficios cardiovasculares en el consumo de mariscos lo que dio paso al estudio continuo del omega 3, actualmente se sabe es esencial para diversas funciones biológicas como la regulación de la inflamación, salud ocular, funcionamiento del sistema inmunológico, metabolismo lipídico, desarrollo fetal e incluso el desarrollo cerebral y cognitivo (8), (9).

Históricamente las fuentes de ácidos grasos omega 3 han sido los mariscos, sin embargo las investigaciones han evidenciado su existencia en múltiples alimentos de consumo diario como las semillas y frutos secos, aceites vegetales como de linaza, canola y soja, y aceites de origen marino de algas y krill son ricos en omega 3 (10).

Ilustración 1. Estructura química del ácido alfa-linolénico


Nota. Adaptado de A comprehensive review of Omega-3 fatty acids: Sources, industrial applications, and health benefits, (2).

Existen diferentes tipos de ácidos grasos poliinsaturados omega 3, se diferencian por su estructura química, número de átomos y cantidad de enlaces dobles, lo que influye directamente sobre su función biológica. Llos más importantes son el ácido alfa-linolénico (ALA), tiene una cadena de 18 átomos de carbono con 3 dobles enlaces lo que hace que su corta estructura sea menos flexible y menos eficaz en procesos biológicos en comparación con los otros dos; el ácido eicosapentaenoico (EPA) tiene una cadena de 20 átomos de carbono con cinco dobles enlaces que permiten que este ácido sea más fluido y flexible a nivel celular, lo que facilita sus funciones biológicas especialmente su gran actividad antiinflamatoria; finalmente el ácido docosahexaenoico (DHA), es químicamente el más largo, posee una cadena de 22 átomos de carbono con seis dobles enlaces lo que le confiere gran fluidez y flexibilidad celular especialmente en las neuronas y las células de la retina convirtiéndolo en un componente esencial para la función cerebral y ocular.

Ilustración 2. Estructura química del ácido eicosapentaenoico

Nota. Adaptado de A comprehensive review of Omega-3 fatty acids: Sources, industrial applications, and health benefits, (2).

Estructuralmente las cadenas más largas y con más dobles enlaces son mucho más bioactivos y tienen funciones más especializadas en la inflamación, la salud cardiovascular y el desarrollo del sistema nervioso como el EPA y el DHA (11).

Ilustración 3. Estructura química del ácido docosahexaenoico

Nota. Adaptado de A comprehensive review of Omega-3 fatty acids: Sources, industrial applications, and health benefits, (2).

Ácido docosahexaenoico

Desempeña un papel crucial en el desarrollo y la función del cerebro, fisiopatológicamente se asocia a la funcionalidad de las membranas neuronales, la plasticidad sináptica y la regulación de procesos inflamatorios y neuroquímicos. Se encuentra en cerca del 30-40% de los fosfolípidos de las membranas neuronales por lo que se lo considera uno de los principales ácidos grasos poliinsaturados presentes en el cerebro. (12)

Durante el desarrollo fetal y la primera infancia se acumula especialmente en la corteza cerebral, la corteza visual y el hipocampo, regiones esenciales para la función cognitiva y visual, además de favorecer la neurogénesis especialmente en el desarrollo fetal y en la primera infancia.

Cumple un papel fundamental en la mielinización, que es el proceso de formación de una capa de mielina alrededor de las fibras nerviosas, crucial para la conducción rápida de los impulsos nerviosos y, para la eficiencia de la transmisión neuronal ya que una mielinización defectuosa puede afectar el funcionamiento cerebral a largo plazo. Contribuye a la fluidez y flexibilidad de las membranas neuronales lo que permite el funcionamiento adecuado de los receptores, canales iónicos y proteínas de señalización modulando la función de los receptores de neurotransmisores y mejorando a la vez la señalización sináptica, importante para la regulación emocional y el comportamiento social.

Participa activamente en la plasticidad sináptica, capacidad de las neuronas para fortalecer o debilitar sus conexiones en respuesta a la actividad a realizar, es necesario para funicones cognitivas como el aprendizaje, la memoria y el desarrollo cognitivo (13), (12).

Tiene una función antiinflamatoria cerebral ya que regula la producción de mediadores inflamatorios como las prostaglandinas y leucotrienos lo que es esencial, ya que la inflamación crónica cerebral puede dañar las neuronas y contribuir a trastornos del desarrollo neurológico, también promueve la producción de resolvinas y neuroprotectinas, moléculas que limitan la inflamación y protegen las células neuronales del daño. (14) El cerebro es particularmente vulnerable al estrés oxidativo debido a su alta demanda de oxígeno, por lo que el DHA actúa como un antioxidante indirecto al mantener la estabilidad de las membranas neuronales y protegerlas del daño oxidativo. (10)

Este particular ácido se obtiene principalmente de fuentes animales como pescados con abundante grasa como el salmón, atún o sandinas, además de algunas algas. (15)

Ácido eicosapentaenoico

El EPA ha mostrado efectos protectores sobre la salud del corazón ya que reduce los niveles de triglicéridos, lo que disminuye el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares mayores como como infarto de miocardio o accidentes cerebrovasculares. Estudios recientes indican que este ácido graso mejora la elasticidad arterial y preveniene la formación de placas ateroscleróticas. (Skulas-Ray, 2019) Posee potentes efectos antiinflamatorios ya que modula la producción de eicosanoides y otras moléculas inflamatorias participando incluso en la prevención del cancer por este proceso antiinflamatorio y enfermedades autoinmunes (14).

El EPA, junto con el DHA, han mostrado beneficios en la protección contra enfermedades oculares, como la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE), fisiológicamente estos ácidos grasos reducen el estrés oxidativo en las células oculares, mejorando la salud visual (15). Participa en el mejoramiento de la sensibilidad a la insulina, favoreciendo la pérdida de peso en personas con obesidad.

Se ha observado que el EPA reduce los síntomas de ansiedad y depresión ya que modula la función de los neurotransmisores y la inflamación neuronal (16).
A pesar de que el DHA es más prominente en la salud cerebral, el EPA también ha demostrado tener un papel significativo en la mejora de la función cognitiva, especialmente en adultos mayores ya que reduce la inflamación y mejora la circulación cerebral (17).

Las principales fuentes de ácido eicosapentaenoico (EPA) son diversas especies marinas, como el salmón, la caballa, las sardinas y el arenque. Además, ciertos tipos de algas también son reconocidos como una valiosa fuente de este ácido graso omega-3 (18).

Ácido alfa-linolénico

El ALA al igual que el EPA ha sido ampliamente vinculado con la reducción del riesgo de cardiovascular ya que mejora el perfil lipídico, reduce la inflamación y disminuye el riesgo de formación de trombos (19). Al ser un precursor del EPA y DHA posee propiedades antiinflamatorias que ayudan a la prevención de enfermedades crónicas como la artritis reumatoide y las enfermedades metabólicas (14). Además, se ha demostrado que mejora la salud de la piel al aumentar la hidratación y reducir la inflamación cutánea por lo que es útil en el manejo de patologías como la dermatitis atópica y la psoriasis (20).

Actúa activamente sobre el metabolismo de las grasas y el manejo del peso corporal, se ha demostrado que el consumo de alimentos ricos en ALA está asociado con una menor acumulación de grasa abdominal y una mejor sensibilidad a la insulina (21).

Recientes estudios han mostrado que una ingesta adecuada de el ALA mejora la memoria y protege al cerebro contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, ya que disminuye el acúmulo de proteínas tóxicas, como el beta-amiloide y la tau fosforilada características d eesta patología (22). Este ácido se obtiene principalmente de fuentes vegetales como las semillas de lino, de chía, aceite de canola o de soja por lo que su inserción en la alimentación cotidiana es sencilla (23).

Discusión

Autores, año Nombre del estudio Tipo de estudio Resultados
Diego Fernández-Lázaro, Soledad Arribalzaga, Eduardo Gutiérrez-Abejón, Mohammad Ali Azarbayjani, Juan Mielgo-Ayuso and Enrique Roche
2024
Omega-3 Fatty Acid Supplementation on Post-Exercise Inflammation, Muscle Damage, Oxidative Response, and Sports Performance in Physically Healthy Adults—A Systematic Review of Randomized Controlled Trials Revisión sistemática y metaanálisis de estudios en pacientes deportistas 1.497 estudios de WOS (n = 768), SCOPUS (n = 51) y Medline (n = 678). Luego de exclusión 1.422 artículos potenciales La dosis total de suplementación se registró en el grupo que ingirió la dosis más baja de 250 mg/día (150 mg EPA + 100 mg DHA), en uno de los grupos experimentales con un máximo de 31 g/día ALA (0,43 g ALA kg/masa corporal (BM) para el promedio). Las dosis restantes oscilaron entre 1,386 g  y 3,6 g/día.
La duración de la intervención, la más corta fue de un día y la máxima de 26 semanas.
La suplementación con ácidos grasos omega-3 en pacientes deportistas aporta efectos antiinflamatorios, confiere beneficios en términos de recuperación muscular mostrado en la disminución de los marcadores inflamatorios; previene la oxidación de las células satélite musculares y daño muscular.
El consenso entre los estudios investigados sugieren poca o ninguna evidencia que respalde la idea de que la suplementación con omega-3 proporciona algún beneficio discernible para mejorar el rendimiento deportivo.
Julia Kuszewski, Peter Howe, Rachel Wong 2020 Evaluation of Cognitive Performance following Fish-Oil and Curcumin Supplementation in Middle-Aged and Older Adults with Overweight or Obesity Ensayo de intervención doble ciego controlado con placebo de 16 semanas de duración
Adultos 50–80 años; IMC (kg/m2): fueron asignados aleatoriamente a aceite de pescado (2000 mg/d DHA + 400 mg/d EPA), curcumina (160 mg/d) o una combinación.
En comparación con el placebo, el aceite de pescado mejoró la capacidad de respuesta cerebrovascular (RCV) en una prueba de velocidad de procesamiento (4,4% ± 1,9% frente a -2,2% ± 2,1%; P = 0,023) y la velocidad de procesamiento solo en hombres (puntuación Z: 0,6 ± 0,2 frente a 0,1 ± 0,2; p = 0,043).
Los cambios en la velocidad de procesamiento se correlacionaron inversamente con los cambios en la presión arterial (R = -0,243, P = 0,006) y la proteína C reactiva (R = -0,183, P = 0,046).
La curcumina mejoró el RCV en una prueba de memoria de trabajo (3,6% ± 1,2% frente a -0,2% ± 0,2%, P = 0,026) y, sólo en hombres, el rendimiento de una prueba de memoria verbal en comparación con placebo (puntuación Z: 0,2 ± 0,1) frente a -0,5 ± 0,2, P = 0,039).
La combinación de aceite de pescado con curcumina no produjo beneficios adicionales.
Pidigam Saidaiah, Zeenath Banu, Adnan A. Khan, A. Geetha and B. Somraj
2024
A comprehensive review of Omega-3 fatty acids: Sources, industrial applications, and health benefits Revisión sistemática El EPA y el DHA provienen principalmente de fuentes marinas como pescado y algas; son esenciales para la salud cardiovascular, reduciendo el riesgo de enfermedades cardíacas e inflamatorias.
El ALA se encuentra en fuentes vegetales como las semillas de lino, chía y nueces, sin embargo, puede convertirse en EPA y DHA en el cuerpo, aunque su conversión es limitada.
Los Omega-3 se utilizan en suplementos dietéticos en 60%, alimentos funcionales 20%, alimentación animal 7%, y productos farmacéuticos 6%. En la actualidad se está fabricando su desarrollo mediante biotecnología, lo que ha permitido mejorar la producción de de microalgas, ofreciendo una alternativa sostenible.
Los Omega-3 desempeñan un papel crucial en la salud cardiovascular, disminuyendo triglicéridos y mejorando la función cerebral. Especificamente el EPA y DHA tienen propiedades antiinflamatorias y son esenciales para el desarrollo cognitivo, especialmente durante el embarazo y la primera infancia. Estudios recientes sugieren su potencial en la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Conclusiones

Los ácidos grasos omega-3, específicamente el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA), juegan un papel esencial en la promoción de la neuroplasticidad debido a ser un componente fundamental de las membranas neuronales, facilitando la fluidez y flexibilidad de las sinapsis, lo que es crucial para la formación y fortalecimiento de nuevas conexiones neuronales. El EPA, contribuye a la modulación de procesos inflamatorios, proporcionando un entorno cerebral propicio para la neurogénesis y la función cognitiva. La evidencia sugiere que una ingesta adecuada de omega-3 mejora la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse, especialmente en contextos de aprendizaje y recuperación de lesiones neurológicas. El consumo de omega-3 se ha mostrado superior en términos de beneficios para la salud cerebral en comparación con otros ácidos grasos esenciales, como los omega-6 mismos que son proinflamatorios, sin embargo se sabe que los omega-3 optimizan la capacidad cerebral y contrarrestra los efectos proinflamatorios de los omega-6, promoviendo un mejor estado neurológico. Respecto a la infancia la ingesta de omega-3 muestra efectos positivos en el desarrollo cerebral temprano y en la prevención del deterioro cognitivo durante el envejecimiento, el adecuado consumo de DHA durante el embarazo y la infancia se asocia con un mejor desarrollo cognitivo, mayor capacidad de aprendizaje y un mejor rendimiento escolar, además, en adultos y personas mayores los suplementos de omega-3 han mostrado ser efectivos para mejorar la memoria, reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas y ralentizar el deterioro cognitivo asociado con la edad. Estos hallazgos refuerzan la importancia de promover cambios dietéticos que incluyan una ingesta adecuada de omega-3 a lo largo de toda la vida.

Se recomienda incrementar el consumo de fuentes naturales de omega-3, como pescado azul, nueces, semillas de chía y suplementos de DHA/EPA, como parte de una dieta equilibrada para mejorar la salud cerebral. Las intervenciones dietéticas que aumentan el consumo de omega-3 son una estrategia preventiva efectiva para reducir el riesgo de deterioro cognitivo y mejorar la plasticidad neuronal, aunque, estas recomendaciones deben adaptarse individualmente, considerando factores como la edad, el estado de salud y los niveles basales de omega-3 en la dieta.

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